ALGUIEN TIENE QUE DECIRLO.- El aspiracionismo que se confunde con el inspiracionismo, trajo entre sus prejuicios, que los padres de la clase baja o media, mantuvieran el anhelo obsesivo de que sus hijos fueran profesionistas como ocurría en las clases altas, desvalorando a aquellos que se dedicaban al comercio, al arte o tenían una habilidad empírica o técnica. Tal situación fue aprovechada por los mercaderes que a falta del diploma universitario es que vendían el reconocimiento del club, asociación, sociedad o barra de amigos para quien no pudo o no quiso tener la licenciatura. Después surgieron las escuelas "patito" que regalaban en poco tiempo el título profesional, y para tapar la inoperancia de quien había comprado el título, es que surgieron las certificaciones, que además de tapar los complejos también daban aval de supuesto conocimiento autorizado a quien hasta ni siquiera lo tenía y le evitaban falsificar un certificado. Con esta cultura es que el paciente busca un médico certificado, igual que aquel que contrata a un perito o especialista en cualquier rama, aunque ignore quién, cómo y porqué lo certificó. aunque tal situación debería ser una prevención natural resulta que " la mayoría de veces son los que están certificados son los más corruptos" tal y como lo declaró el Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, el Licenciado Andrés Manuel López Obrador quien no solamente ha implantado un estilo progresista de gobernar en abolición al presidencialismo absoluto y abusivo, sino que ha dado forma a nuevos tiempos de la vida pública, al despojar las máscaras políticas y sociales que han hecho tanto daño, lo que debe ser un motivo de análisis y de autocrítica y no de malestar sino de cambio progresivo, bajo el divorcio de aquel dicho de que "la verdad no ofende pero incomoda".Más
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