La fabricación de villanos no solamente se producen en las historias de cine o de televisión; en la política mexicana ante el desempeño de un mal gobierno es la mejor fórmula de distracción. Así hemos visto como de manera mediática han montado a la cruz, a López Obrador, al Chapo Guzmán, a la líder sindicalista Elba Esther Gordillo a Carlos Salinas de Gortari (una vez terminado su sexenio) y ahora a Donald Trump cuya indignación de haber sido invitado a nuestro país ha sido mayor que el atropello a los Derechos Humanos y la ilegalidad que guarda el país. Con Trump que no será un mandatario menos o mayor de intolerante e imperialista que sus antecesores despiadados, y la cacería de exgobernadores a conveniencia, el Gobierno Peñista logra atraer la atención de las conversaciones del ciudadano que digiere televisión y manda al olvido su carga que tiene ante su mal accionar en los casos Ayotzinapa, Nochixtlán, Tlatlaya, Otula, venta de recursos energéticos y la pérdida de soberanía intelectual en aplicación al Tratado de Libre Comercio que ahora tan benéfico se dibuja ante la nueva relación planteada por Estados Unidos para México.