Uno es Fernando Allende con 50 años de carrera artística y
una de las figuras que son conocidas por casi todos los mexicanos. El Otro es
Fernando de la Mora cuyo prestigio lo ha ganado por ser un intérprete de ópera,
aunque en realidad, se ha dado a conocer con el público mexicano, más por su
interpretación y grabación de música popular que por en verdad ser un defensor
absoluto de la música clásica. Sin embargo para la administración amiguista de
este sexenio, en que sus funcionarios han secuestrado el Palacio de Bellas Artes,
De la Mora puede entrar cuantas veces le
plazca a la edificación de mármol,
incluso si nada más accede a defecar; mientras que artistas que merecen
aparecer en el recinto, como el caso de Allende o de Aida Cuevas, deben
permanecer en el exterior y contemplando una puerta
cerrada, como cerrada ha sido al público en general al cual incluso se le ha prohibido sacar fotografías en sus exteriores y
en donde Únicamente penetran aquellos artistas que alquilan el Palacio, como el caso de Mijares. Las esperanzas de la llegada del nuevo gobierno lopezobradorista, está sembrada en que el pueblo recupere sus edificios culturales, incluyendo la residencia de Los Pinos.
