La ANDA como todo sindicato mexicano y de otros países, se inspiraron en agrupaciones en conservación de la actividad laboral en armonía con la esfera patronal y el crecimiento del bienestar del sector trabajador, aunque la mayoría de estas agrupaciones han nacido como resultado de enfrentamientos sociales, ante el dominio de particulares que actúan corruptamente con el gobierno en turno quienes resultan ser los árbitros en las controversias del trabajo, y en consecuencia al final de una controversia son juez y parte. Los actores que de buena fe, observaron la necesidad de no ser excluidos como trabajadores por el simple hecho de que su actividad laboral estaba basada en actividades de entretenimiento y arte, dieron forma a la ANDA en 1934 a nivel nacional, justo a un mes de tomar la Presidencia de la República, Lázaro Cárdenas del Río, en un momento histórico en donde el sector empresarial necesitaba el control por medio de los sindicatos ante las medidas desfavorables para sus abusivas ganancias que se vislumbraban por parte del nuevo Presidente de México, lo que concentró aún más la capacidad de organización de los trabajadores por medio de la Confederación de Trabajadores de México en 1936. La penetración que tenían los famosos con los ciudadanos hizo que a su agrupación no se le diera categoría de sindicato sino de Asociación, sin importarles a sus afiliados aquel dicho que advierte que lo que empieza mal terminará mal. Después ocurrieron los abusos de la CTM, en 1955 el crecimiento de las televisoras y el comienzo del monopolio laboral y de comunicación, a lo que nadie saltó y fue aplaudido, siempre y cuando no tocarán los intereses particulares de los simuladores, les dieran un sobresueldo sin importar que hubiera un sector artístico que no estaba contemplado por la ANDA y de que hubiera situaciones antidemocráticas y de discriminación en sus estatutos. Ahora que la Asociación Nacional de Actores pasa sus peores momentos, por así llamarlos, cuando las condiciones son muy parecidas a su fundación nada más que ahora con menos mudos privilegiados, el gremio actoral se llena de vengadores de la justicia, quienes quieren mejorar su sindicato que se dice asociación, pero que no ataca las situaciones de fondo como lo es cambiar los estatutos, y entre ellos se cambie, que sus líderes por reglamento, no puedan trabajar mientras dura su período de gestión como dirigentes o secretarios generales, para evitar que el servil de Televisa, también sea el representante de los actores después de que durante su período les llueve trabajo en San Ángel. Ni que decir de aquellos que toman protesta de un cargo y caprichosamente renuncian al mismo, sin que predomine ningún principio de la irrenunciabilidad por la elección sindical. Y en determinado momento, en aras del bienestar actoral, tomar medidas más radicales como la formación de otro sindicato y enfrentarse a la exclusividad del contrato sindical que defienden principalmente las televisoras y productoras de cine. El ANDA es una agrupación en defensa de los actores, que es inoperante para aquellos trabajadores del arte y el entretenimiento que sufren la amenaza de la desafiliación por falta de cotizaciones, de aquellos que reciben abusos en el ocaso de su carrera y que sufren en el anonimato de no ser tan famosos, pero sin embargo para otros es un aparador de poder o un reflector que los alumbra como humanistas, por realizar actos de beneficencia en favor de una casa que es resultado de una administración sindical a base de cuotas producto de actividades artísticas e intelectuales traducidas en fuerza de trabajo y no como consecuencia de las obras de caridad, que sirven para fomentar nuevos líderes que alimentan los mismos vicios de lo que ha sido el fracaso sindical en México, salvo muy contadas excepciones, que no es el caso de la ANDA.