martes, 15 de diciembre de 2015

LUIS GONZALEZ DE ALBA SEÑALA QUE EXISTE EL MITO GUADALUPANO; NO EL MILAGRO











En 1982 la revista IMPACTO exhibió las modificaciones que se le ha realizado a la imagen original con todo y quienes han señalado tratarse de una pintura mágica 


El historiador Luis González  señala que el famoso milagro guadalupano en donde se aparece una virgen en el tepeyac es un mito Señala que hasta 1648, en que el bachiller Miguel Sánchez escribió el primer relato sobre la Virgen de Guadalupe, nadie había tomado en serio la leyenda de las apariciones ocurridas 117 años atrás. Los siguientes elementos desmentían la creencia popular, vista entonces por la propia Iglesia como expresión del viejo culto pagano a la diosa Tonantzin -venerada precisamente en el Tepeyac-, mezclado con ignorancia y superstición:El más importante de nuestros historiadores antiguos, fray Bernardino de Sahagún, señala que al predicar el evangelio en náhuatl los religiosos utilizaban como traducción el nombre Tonantzin, para referirse a la madre de Cristo, pero tal nombre, para los indígenas, era el de una diosa madre, venerada también en el cerro del Tepeyac y con las mismas danzas. A Sahagún le resulta del todo inconveniente e1 culto guadalupano, ya que, en su opinión cuando los indígenas escuchaban a los frailes referirse en náhuatl a Tonantzin, pensaban en la diosa de su gentilidad y no en la Guadalupe hispana. Dice fray Bernardino sobre la Guadalupana que parece "una invención satánica para paliar la idolatría", pues "los indios vienen de muy lejos, tan lejos como de antes, la cual devoción también es sospechosa, porque en todas partes hay muchas iglesias de Nuestra Señora, y no van a ellas, y vienen de lejanas tierras a esta Tonantzin, como antiguamente". En la actualidad muchos indígenas siguen dando el nombre de esa diosa pagana a la Virgen de Guadalupe.El 8 de septiembre de 1556, ante la Real Audiencia y el virrey, fray Francisco de Bustamante, provincial de la orden franciscana, enrojecido de cólera pronunció un vehemente sermón contra el arzobispo de México, pues "la devoción de esta ciudad ha tomado en una ermita e casa de Nuestra Señora que han intitulado de Guadalupe, es un gran perjuicio de los naturales porque les da a entender que hace milagros aquella imagen que pintó el indio Marcos…”. Vivía por entonces todavía un indio, buen pintor, llamado Marcos Cipac de Aquino, quien no negó la autoría de la imagen.El arzobispo, fray Alonso de Montúfar, se defendió en términos que no favorecen nada la leyenda de las apariciones. Respondió a la acusación franciscana "dando a entender que no se hacía reverencia a la tabla ni a la pintura, sino a la imagen de Nuestra Señora por razón de lo que representa". Bien pudo haber sostenido el arzobispo que era legítima la devoción por tratarse de obra divina, de un estampado milagroso, pero la llamó pintura. El propio superior de los franciscanos, Bustamante, se habría referido a la leyenda del milagro, así fuera para combatirla, si por entonces ya hubiera existido. Que no lo haga en su sermón, prueba que la leyenda de las apariciones es muy posterior a esa fecha.La postura del superior de todos los franciscanos no era novedosa en la Nueva España y hasta fines del siglo XIX siguió habiendo resistencia. dentro de la propia jerarquía eclesiástica, contra la leyenda de las apariciones y el estampado milagroso. Doscientos años después del sermón antiguadalupano de fray Francisco de Bustamante, uno de los precursores de la independencia de México, fray Servando Teresa de Mier, llama a las apariciones leyenda piadosa". Por la misma época, la Inquisición veía con sospecha las intenciones de coronar la imagen y, cuando finalmente se realiza la coronación en 1895, hace poco más de cien años, el obispo de Tamaulipas, monseñor Eduardo Sánchez Camacho, renuncia a su diócesis en protesta, pues considera que el culto guadalupano "constituye un abuso en perjuicio de un pueblo crédulo y en su mayoría ignorante", afirma el obispo.Pero quizá nada sea tan importante como las palabras del primer arzobispo de México, fray Juan de Zumárraga, ante quien, según se dice, ocurrió el prodigio de las rosas y cayó de rodillas ante la imagen estampada en la tilma de Juan Diego. En un catecismo llamado Regla Cristiana, compilado por él y editado en 1547, apenas dieciséis años después del gran milagro que había presenciado, dice: "Ya no quiere el Redentor del mundo que se hagan milagros, porque no son menester". El piadoso Joaquín García Icazbalceta, biógrafo de fray Juan y estudioso de la Guadalupana, se pregunta espantado: ¿Cómo decía eso el que había presenciado tan gran milagro?".El estudio recomendado en el prólogo por el abad (ahora ex abad) de la Basílica de Guadalupe, monseñor Guillermo Schulenburg, La tilma de Juan Diego,¿técnica o milagro?, de Phillip Serna y Jody Smith, es un análisis de la imagen a la luz infrarroja, que pernúte determinar los materiales empleados y observar partes ocultas. Los resultados son desalentadores: los rayos son de oro y se están cayendo, la orla del manto también es de oro y la guía de pintura negra puesta para colocar el oro está descubierta en algunos lugares porque "el artista falló", dicen los autores. Las manos están repintadas para hacerlas más cortas e indígenas. El moño negro y el pelo del ángel son óxido de hierro muy deteriorado, "juzgo que el oro y el borde- negro del manto azul, así como los estrellas doradas, fueron añadidos por manos humanas hacia fines del siglo XVI o principios del XVII. Tales decoraciones son típicas del estilo gótico español...", dice uno de los autores del libro recomendado por la Basílica.Entonces, ¿la propia Basílica de Guadalupe niega el milagro? No. Luego de señalar los errores de la pintura añadida, la torpeza del bordado que no sigue los pliegues, que toda la porción inferior es una añadidura gótica del siglo XVII, que los brazos del ángel son burdos y desproporcionados, que las manos de la Virgen "son la parte más alterada de la pintura", se destaca que aún resta una imagen llamada con insistencia "inexplicable", constituida por el rostro, las manos, la túnica sin el bordado y el manto sin las, estrellas. Esta es la imagen n-milagrosa. 0 sea, ante el evidente, deterioro de la imagen, se decidió reconocer los elementes más dañados o plásticamente más torpes, como añadidos humanos para así salvar el resto como una esencia milagrosa.