El periodista comprometido siempre estará en medio del fuego cruzado entre la libertad de expresión basada en la censura del gobierno en turno y los INTERESES políticos de los concesionarios y entre la calidad de la programación y los simples y llanos intereses comerciales del dueño de la estación. Lo importante sería servir a todos los ángulos. Los medios informativos no pueden tener el mismo trato que una tlapalería, ya que si bien es cierto, los dueños de una estación de radio tienen diferentes gastos que cubrir y que la radio es un negocio, también es cierto que dicho negocio tiene características especiales de interés público que el dueño del negocio desde que decide tener un medio informativo debe valorar y conciliar con ésto, por lo que es su obligación procurar la calidad de la programación y su veracidad con método o forma de obtener dinero. La radio es lucrativa y éso no es malo, lo perverso es cuando el propietario la adquiere únicamente con el fin de obtener dinero, privilegios o caprichos y no en base a la vocación periodística, que el Estado y la Empresa, deben valorar como la más importante. Más en www.somoselespectador.blogspot.com