Lo que comenzó como un levantamiento pacífico contra el presidente Bashar al Asad se convirtió en una brutal y sangrienta guerra civil que ha arrastrado a potencias regionales e internacionales.El conflicto ha dejado un saldo de más de 400.000 personas muertas, según la última estimación que hizo la ONU en abril de 2016.La cifra, sin embargo, podría ser más alta debido a los problemas para acceder a determinadas áreas del país y a las dificultades para compatibilizar los números que presentan las partes enfrentadas.La guerra además ha provocado la huida de más de 4,8 millones de personas de Siria, en uno de los mayores éxodos en la historia reciente.Años antes de que el conflicto comenzara, muchos sirios se quejaban de un alto desempleo en el país, de extensa corrupción, falta de libertad política y de la represión del gobierno del presidente Bashar al Asad, quien había sucedido a su padre, Hafez, en 2000.En marzo de 2011, un grupo de adolescentes que habían pintando consignas revolucionarias en un muro escolar en la ciudad sureña de Deraa fueron arrestados y torturados por las fuerzas de seguridad.El hecho provocó protestas prodemocráticas, inspiradas por la Primavera Árabe, las manifestaciones populares que en ese momento se extendían en los países de la región y que clamaban más democracia y derechos para sus poblaciones.Las fuerzas de seguridad abrieron fuego contra los manifestantes, matando a varios, y esto provocó que muchas más personas salieran a las calles.El levantamiento se extendió por todo el país, exigiendo la renuncia del presidente al Asad. Y la respuesta de fuerza del gobierno para sofocar la disensión sólo reforzó la determinación de los manifestantes.Para julio de 2011, cientos de miles estaban protestando en todo el país exigiendo la salida de al Asad.A medida que el levantamiento de oposición se extendía, la represión del gobierno se intensificaba.Los simpatizantes de la oposición comenzaron a armarse, primero para defenderse y después para expulsar a las fuerzas de seguridad de sus regiones.Al Asad prometió "aplastar" lo que llamó "terrorismo apoyado por el exterior" y restaurar el control del Estado.La violencia se incrementó rápidamente en el país. Se formaron cientos de brigadas rebeldes para combatir a las fuerzas del gobierno y lograr el control de ciudades y poblados.En 2012 los enfrentamientos llegaron hasta la capital Damasco y la segunda ciudad del país, Alepo. Para entonces el conflicto ya se había convertido en más que una batalla entre aquéllos que apoyaban a al Asad y los que se oponían a él.Y adquirió pronto características sectarias enfrentando a la mayoría sunita del país, contra los chiitas alauitas, la rama musulmana a la que pertenece el presidente.Esto arrastró a las potencias regionales e internacionales, lo cual añadió otra dimensión al conflicto.En junio de 2013, Naciones Unidas informó que 90.000 personas habían muerto.Estos grupos incluyen tanto combatientes rebeldes moderados y seglares, como el Ejército Libre Sirio (ELS), hasta grupos islamistas y yihadistas, como el autodenominado Estado Islámico (EI), cuyas tácticas brutales han provocado indignación global, y el Frente al Nusra, un grupo que en sus comienzos estaba afiliado a al Qaeda.A principios de 2017, el Frente al Nusra se fusionó con otros cuatro grupos islamistas para convertirse en Tahrir al Sham que, se dice, es -después de EI- el mayor grupo rebelde que combate a al Asad.También están los grupos kurdos basados en el norte de Siria, apoyados por Estados Unidos, que están buscando el establecimiento de áreas bajo su control en esa parte del país.De esta forma, con las diversas facciones que se oponen a al Asad, se ha creado "una guerra dentro de una guerra" en Siria, en la que la oposición moderada está combatiendo tanto a los grupos islamistas como a las fuerzas del gobierno.Pero en esta guerra civil también están involucradas fuerzas de otros países.Desde 2014, Estados Unidos, junto con Reino Unido, Francia, y otros seis países, habíadirigido incursiones aéreas contra EI en Siria, pero había evitado atacar a las fuerzas del gobierno sirio.Rusia, por su parte, lanzó una campaña aérea sostenida en 2015 para "estabilizar" al gobierno sirio tras una serie de derrotas infligidas por la oposición.La intervención de Rusia ha conducido a victorias significativas para las fuerzas sirias.La mayor de ellas fue la recuperación de la ciudad de Alepo, uno de los principales bastiones de los grupos opositores, que fue recuperada por fuerzas leales al gobierno de Bashar al Asad en diciembre de 2016.Los grupos rebeldes, mientras tanto, continúan luchando entre sí para ganar control del territorio.El FSA y otros rebeldes moderados han pedido repetidamente a Washington armas antiaéreas para responder a los devastadores bombardeos de Rusia y el gobierno sirio, pero Estados Unidos y sus aliados se han negado, por temor a que las armas avanzadas terminen en manos de los grupos yihadistas.Irán, que es chiita, es el aliado más cercano deAl Asad. Siria es el principal punto de tránsito de armamentos que Teherán envía al movimiento chiita Hezbolá en Líbano, el cual también ha enviado a miles de combatientes para apoyar a las fuerzas sirias.Se cree que Teherán ha gastado miles de millones de dólares al año para fortalecer a las fuerzas del gobierno sirio, ofreciendo asesores militares, armas, crédito y petróleo.Rusia intervino desde un inicio apoyando la supervivencia de Al Asad en el gobierno, lo cual es crucial para mantener los intereses de Moscú en ese país y en la región.Para contrarrestar la influencia de Irán, su principal rival en la región, ha enviado ayuda militar y financiera importante a los rebeldes, incluidos los grupos con ideologías islamistas.En agosto de 2016, Turquía, alarmada por el avance, cerca de su frontera, de las fuerzas kurdas -a quienes acusa de simpatizar con su enemigo, el proscrito Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK)- decidió apoyar al FSA, y, según algunos informes, el grupo ha logrado recuperar su prominencia.Los rebeldes de la oposición siria también han atraído varios grados de apoyo de otras potencias regionales, como Qatar y Jordania.Estados Unidos, por su parte, más allá de su participación militar en la lucha contra EI, se había mostrado renuente a involucrarse más profundamente en el conflicto y durante la pasada administración de Barack Obama, Washington se limitó a insistir en la renuncia de al Asad.En abril de 2017 las cosas tomaron otro giro en la guerra siria con el nuevo gobierno de Donald Trump.Durante las primeras semanas de su administración, Trump dio a entender que la guerra en Siria no era una de las prioridades de su gobierno.Pero el 6 de abril la Casa Blanca sorprendió a muchos cuando, por primera vez en el conflicto, ordenó un ataque militar contra las fuerzas de Al Asad.La acción militar estadounidense fue en respuesta a un devastador ataque con armas químicas que, según se denunció, había sido llevado a cabo días antes por el gobierno sirio.En enero de 2017, Rusia, Irán y Turquía anunciaron un acuerdo para un cese el fuego parcial, que tampoco llegó a tener éxito.Ahora, la acción militar de Estados Unidos, podría ser la intercesión que dé un giro al conflicto y ponga a prueba al régimen de Al Asad.Pero tal como señalan los expertos, lograr una solución para la guerra no será fácil y todo dependerá de cómo responda tanto el gobierno sirio como sus patrocinadores, principalmente Rusia.Y muchos también esperan ansiosos saber cuál será el siguiente paso de Washington: ¿existe un plan para implementar un cese del fuego y negociar una transición de poder en Siria?