Cuando se organiza un evento por simple que sea, los involucrados siempre quedarán como "el cuetero", pero es indudable que la máxima fiesta tradicional de América Latina, que es la que se celebra en Plaza Gariabaldi para la patrona de los músicos, Santa Cecilia; no alcanza las dimensiones que se merece, cuando no hay mandatario territorial, local o federal que quiera aparecerse fiscamente y no por representante, para acompañar tal fiesta, -como lo fue en el caso de Ricardo Monreal, hace dos años-. Por otro lado, han existido líderes oportunistas y coronaciones llenas de amiguismos. La fiesta de Santa Cecilia registra dignas reinas como Rosy Arango o Valeria del Río, y princesas que deberían tener el carácter de reinas y que no lo fueron, y reinas que nunca lo tuvieron que haber sido. Se han tenido malas organizaciones, desde el maltrato a los periodistas hasta la falta de lona y de luz. El día de ayer en otra edición de esta celebración, parece que están cambiando las cosas, se coronó a una reina importante como lo es AIDA CUEVAS, aunque haya sido por segunda vez y bajo sus condiciones, y también se coronaron como princesas a Cecilia Gallardo y a Itzel Hernández, que bien hubieran podido ser las reinas, al tener los mismos méritos que la coronada con el máximo grado de la potestad real. Aunque se rompieron con algunas tradiciones y libertades de la fiesta, también estuvieron presentes, autoridades más dignas que en otros años, aunque no hayan asistido los titulares del ejecutivo central, ni federal ni de la Alcaldía de la Cuauhtémoc; pero que nada puede compararse, la presencia de una funcionaria oportunista como lo era Amalia García, y solapadora del gobierno Mancerista, con la Dra Soledad Aragón Martínez, nueva secretaria del Trabajo y Fomento al empleo de la Ciudad de México, en el gobierno de Claudia Sheinbaum. No sabemos si la Plaza Garibaldi carga con la maldición, de que a un patio tan tradicional para México, se le haya puesto el nombre de un australiano como lo fue Peppino Garibaldi hijo de Ricciotti, pero confiamos que si es así, tal maleficio acabe, por medio de los empresarios mexicanos, patriotas, empeñados y constantes, de que Garibaldi pase por su mejor momento, así como por parte de las autoridades honestas y por artistas y amantes de nuestra música.