martes, 1 de septiembre de 2015

UN INFORME PRESIDENCIAL POR WHATSAPP







































El informe presidencial nació como un control del ejecutivo a todos los sectores y principalmente a los de comunicación y murió cuando se perdió dicho control.  Cualquier país que se diga civilizado, cumplidor del derecho, demócrata y republicano, tiene  reunido a su Congreso, incluso no solamente una vez al año sino en diferentes oportunidades, situación que en los últimos tiempos no ocurre en México por lo que vivimos un congreso de la desunión y que únicamente está en unión cada toma de protesta presidencial.  El informe  que se rinde desde que nace el presidencialismo en nuestro país con Guadalupe Victoria desapareció en cuanto a su presentación y discurso ante las dos cámaras, cuya ceremonia no ha sido obligatoria pero que era utilizada por el ejecutivo Federal para su lucimiento y "besamanos" a lo que muchos llamaron "el día del Presidente" mismo que trató de empañarse con una instantánea interrupción a un informe de López Portillo por un legislador que fue callado junto a la nota periodística que nunca se difundió.  El Presidente dejó de ser intocable en si discurso cuando por primera vez el legislador Porfirio Muñoz Ledo interrumpe un informe de manera prolongada y hasta por doce ocasiones, ante el fraude electoral para que Salinas de Gortari ocupara la nueva presidencia de la República. Desde ese momento todo cambió, porque aunque la transmisión oficial de radio y televisión trató de ocultar los gritos de repudio para el orador, en poco se pudo disimular y lo más importantes, los medios informativos pudieron dar cuenta de las interrupciones sin que el gobierno en turno pudiera evitarlo como lo pudo hacer con la matanza de octubre de 1968. Posteriormente las interrupciones justificadamente  continuaron al demandar la mínima apertura de los medios informativos para su expresión y la inexistencia de  espacios para que los partidos de oposición expusieran,  pero que al existir posteriormente,  reformas  que equilibraron los tiempos de los partidos políticos para expresar sus posturas en radio y televisión y la apertura de algunos medios concesionados, fue que los gritos y sombrerazos han sido innecesarios  como también innecesarios han sido los aplausos sin sentido y los informes de larga duración como una manera de desahogo partidista u oralidad de lambisconería o el lucimiento presidencialista.  Sin embargo es necesario la confrontación, conciliación o negociación entre el Presidente y el Congreso de manera frontal y no de manera únicamente escrita o por correspondencia y seguramente pronto por facebook o Whatsapp. Ahora que presume  Enrique Peña Nieto de haber logrado en la mitad de su mandato, un gobierno de acuerdos, deberíamos replantear el regreso del Informe Presidencial pero con nuevas reglas en su desarrollo y estimulando la interacción respetuosa entre el Presidente y los congresistas. de este planteamiento, sí existe un antecedente histórico,  cuando se aprobó en el entonces Distrito Federal, un informe del Jefe de Gobierno con preguntas directas por los representantes de cada partido entre el ejecutivo local y su Asamblea legislativa, durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y que la actual administración de la Ciudad de México prefiere ya  olvidar. Sin embargo, México necesita a un Presidente de cara a la Nación y a su Congreso y un Congreso cuestionante y propositivo con un formato de avanzada para su realización. No necesitamos un Informe para que los "besahuevos" aprovechen hacerse presentes con el mandatario en turno, ni diputados o senadores que exhiban mantas para hacerse notar en televisión, ni presidentes que parezcan motivadores, escritores de ciencia ficción, actores de concurso de oratoria o chillones supuestamente arrepentidos. Pero sin duda, la relación Presidente -Congreso es el reflejo de la situación política del país de la cual en vez de proteger a los gobernados se trata de proteger a los gobernantes. El fraude electoral fue lo que provocó las batallas en los informes presidenciales,  cuando De la Madrid avaló el fraude de Salinas y de esa misma manera,  el fraude electoral fue quien eliminó la comparecencia del presidente, cuando Calderón ocupó la silla que no le otorgaron los votos y que ante las protestas sólo estuvo en la curul cinco minutos para ser la última vez que un Presidente ha acudido al congreso para presentar su informe de labores emitiendo un discurso. y que ahora en la actualidad y desde el 2008, los mandatarios sólo  estén obligados  a enviar el documento y no a acudir en persona, para después lejos del congreso reunirse con los aplaudidores del sistema y aquellos políticos "honorables" que buscan el ascenso y bienestar personal, que son la mayoría.