La credibilidad del ciudadano, del político, del gobernante y de las instituciones parecen ser nulas aunque nos asuste aquel grito de "Al Diablo con sus Instituciones". Antes el Maestro, el Juez, eran profesionistas respetados, ahora se ha perdido la credibilidad hasta en el ejército que parecía igual de intocable que la Virgen de Guadalupe y la figura Presidencial. Hemos llegado al grado de que hasta a los mismos políticos les da vergüenza decir que son políticos y dicen ser simples ciudadanos pero ya ni decir que son ciudadanos les respalda y ahora dicen que pertenecen al cuerpo de Bomberos. Por falta de credibilidad y antecedentes de vendepatrias, ahora los Partidos Políticos lanzan de candidatos a populacheros vestidos de vaqueros y que dicen ser independientes, a futbolistas y actores pestilentes, aquellos que saben de corrupción, de amenazas y de convencer acarreados, y aquellos como Ismael Figueroa que quiere ser candidato constituyente para la carta de la capital, y que dice ser independiente y no político si no Bombero, pero que oculta que no es un bombero asalariado común sino que es el líder del Sindicato de Bomberos, cuya agrupación nunca ha beneficiado laboralmente a su gremio.