Por un lado la parcialidad de información en los medios tradicionales cuyas notas casi son una garantía de certeza y por el otro lado los medios no convencionales en donde abunda el alarmismo y lo vulnerable con que puede penetrar la falsedad de las redes sociales. Ante los adelantos tecnológicos parece una antilogía que el receptor de un aparato de última generación se encuentre finalmente desinformado. Opiniones y rumores y mensajes maliciosos se efectuaron en los primeros días del año con el tema del gasolinazo en donde los energéticos subieron de una manera desproporcionada y sin que nadie pueda detener otros aumentos. La confusión se produce por el crecimiento de espacios digitales no serios ni profesionales ante la facilidad de su creación y ante los intereses políticos de los medios concesionarios. La falta de formación educativa en el receptor no puede ser sustituida por la información por lo que el internauta, televidente, lector o radioescucha tendrá que hacer un esfuerzo mayor para saber definir cual es un medio informativo serio y cual no lo es, sin importar la vía en que se difunda y valorar el prestigio y honorabilidad del escribano dentro de su espacio en las redes sociales. Simplemente evitar creer sin antes averiguar ya que ser transmisor de un chisme o apunte no confirmado también nos convierte en chismosos o desinformadores. experiencias como la vivida por el gasolinazo y brotes de pandillerismo sirven para probar los alcances de los espacios en la red y el criterio de quien se acerca a la información.
