Mientras que el programa infantil de mayor duración en la televisión mexicana nos enseñaba a edecanes cuyos shorts tenían una función subconsciente, y también nos spoteaban que la rubia es superior y otras delicias que ahora la propia televisión califica de comportamientos misóginos que están amagados por el código penal, la Diosa de la justicia de la moralidad, con su señal satelital nos dice sí escuchar a Paquita la del Barrio es una agresión de género o no, y mientras tanto nos ilustra como castigar a abusadores sexuales como el conductor Andrés Roemer, lo que motiva que un grupo de féminas destruyan su casa en conmemoración de El día de la Mujer, mientras que exonera a Vicente Fernández o a Enrique Guzmán cuya honestidad del rockero, es avalada por su hija drogadicta y su exmujer que daba consejos femeninos en la televisión con supuestos casos de la vida real. Mientras que una feminista le exige al presidente López Obrador que tenga prioridad por la violencia de género y no tanta por la violencia generalizada, y un diputado striper mueve sus influencias para aprehender al padre de Daniela Parra que es testigo presencial de que su progenitor no es abusador de su propia hermana; seguimos disfrutando series televisivas cuyas principales escenas son el abuso y la inmoral aspiracional. Leyes inquisidoras y libros de educación pública obsoletos marcan el panorama de nuestro país en donde las causas justas solamente sirven de pretextos doblemoralistas para el ataque político, el consumo mediático y la cada vez menos procuración de los derechos igualitarios por las normas ventajistas de género. Decir "la, el, las, los" es una deformación autorizada de la lingüistica diacrónica y no la ganancia de una sociedad que está lejos de ser progresista o por lo menos evolutiva.Más en www.somoselespectador.blogspot.com