Para los genios siempre será más importante el fondo que la forma, por eso los grandes creadores son muy distraídos, ya que no es lo mismo procesar ideas cotidianas y simplistas, que procesar soluciones o fórmulas. La figura del inventor se ha dibujado como el hombre que siempre busca sus lentes que tiene puestos o que utiliza el cautín para calentar sus bolillos. Existen analistas que sin un fundamento científico respaldable, han señalado que el cerebro del presidente López Obrador es similar al de Einstein quien tenía un promedio de 75 por ciento de células mayor en el cerebro que el promedio humano, y a quien calificaban de no ser muy pulcro en su persona al ocupar la mayor parte de su tiempo en planes, en inventos, en ideas, en construir situaciones atípicas y fuera de lo común, en la realización de inventos que parecían procesamientos de un demente y que se hicieron realidad para dar vida tecnológica a nuestros días. El presidente López Obrador quien predica la austeridad con el ejemplo y quien ha dicho que reducirá al máximo sus horas de sueño, para que las acciones de su sexenio se multipliquen y su mandato valga por dos; parece no tener tiempo en detalles que a presidentes neoliberales les parecían más indispensables que la estabilidad económica del país. El pantalón arrugado por cruzar calles a piso abierto, sus zapatos llenos de tierra ante su caminar que rompe el encierro de la oficina y que de primera mano le hace percibir los problemas del país, es el resultado de su facha de genio con certeza en su expresión. Sin embargo, mientras el distraído está atento en puntos trascendentes, no está de más, que otros atiendan la imagen presidencial, que no está peleada con la sabiduría, aunque no sea la prioridad de los grandes creativos.Más en www.somoselespectador.blogspot.com