Elefantes blancos y discriminatorios como El Instituto de la Mujer, programas baratos que en nada solucionan la violencia capitalina y silbatos insultantes son los programas en favor de la mujer que acarrean votos en favor del nefasto Gobierno de la Ciudad de México sin atacar el fondo del problema. Dividir a la mujer del hombre y colocarla en una esfera que inmoviliza a la mujer y afecta los derechos del hombre quien no goza de igualdad de beneficios de Estado, colocarla como un ser inferior calificándola como inútil sin protección y sin autosuficiencia por lo que requiere para su seguridad un silbato y separarla del transporte público como carne en peligro de mala refrigeración son medidas que buscan la aceptación femenina por medio de medidas espectaculares pero que no mejoran las condiciones de vida ni de las mujeres ni del hombre. El gobierno capitalino ha llegado al absurdo incluso de realizar un programa llamado Mujeres y Niñas felices en donde ya se empieza a apartar incluso a los infantes masculinos de los programas públicos, procurando también, una cultura divisionista de sexos. Debemos tomar en cuenta que así como existen mujeres policías, luchadoras, taxistas, futbolistas, bombero, jueces y gobernadoras; también existen padres solteros y cónyuges masculinos sujetos a la violencia casera. La verdadera protección para la mujer (en donde también se incluye al hombre) debe ser el cumplimiento de la ley, la disminución de corrupción y principalmente el sistema educativo impartido por el gobierno local y federal. Educación no es solamente la impartición de conocimientos sino de valores culturales, cívicos, jurídicos, morales, sociales y de todo tipo. Pero esta medida propuesta no deja votos inmediatos ni da imagen para aquel que siendo mal gobernante quiere con programas baratos simular ser un buen Jefe de Gobierno preocupado por el sexo femenino y sus habitantes, para después ser un Presidente de la República igual de corrupto como ha pintado su gestión capitalina.