viernes, 20 de octubre de 2017

ESTOY EN EL CUARTO PISO Y TENGO SED


















Así como los millenium tenían la duda  de cómo se había sentido el terremoto del 85; de igual forma, quienes estaban conscientes de esa tragedia, tenían la duda qué hubiera pasado  hace 32 años con el uso  del teléfono celular de avanzada y las redes sociales que se usan hoy en día. El mismo 19 de septiembre pero de hace un mes, las dudas  fueron despejadas. En esos momentos, el aparato  de comunicación portátil  demostró ser útil para salvar vidas de quienes se conectaban desde los escombros para dar señales de vida,  y dar aviso de manera oral o escrita, en que lugar se encontraban atrapados. Otros desafortunados  se enfrentaban a los deficientes servicios telefónicos  y no tenían señal o se les había acabado la batería; y otros más, pudieron enviar las últimas palabras de su existencia, quizá acompañadas de un emoji.  Para muchos su celular fue un salvavidas pero para otros fue sólo un compañero inútil.  La tecnología es casi un arte caprichoso como lo puede ser; el sonar de una alerta sísmica  a su máximo volumen  en un simulacro,  y que horas después es una campana atrasada  en una emergencia real o  que simplemente se mantiene  en completo silencio. En el pasado terremoto del otro 19 de septiembre,  pero del 017, estuvieron prendidos y apagados  varios celulares.  Los encendidos daban una señal de auxilio que contagió de encierro y angustia  a su destinatario. Otros latían  navegando en las redes sociales mostrando información en tiempo real al igual que dando ubicaciones para dar paso a la solidaridad. Pero también se mantuvieron prendidos  otros más; que dejaban iluminar su ignorancia y la  manipulación de  los sujetos colectivos que ejecuta el sistema de poder.  Mismos que aparecieron a principio de año, con cadenas inútiles, quejándose del gasolinazo  sin ninguna solución ciudadana eficaz que no fuera el paro o la marcha, y que ahora emitían especulaciones sobre la tragedia y que con mensajes trogloditas, solicitaban y luego aplaudían, que los Partidos Políticos fueran a renunciar a su ingreso público para supuestamente donarlo a los damnificados del sismo, sin darse una idea del impacto político y social que eso representaba. Ideas igual de  absurdas como  aquellas que al principio de año,   solicitaban la renuncia del Presidente de la República  por el aumento de la gasolina.  Hace un mes conocimos la realidad de dos mundos. Uno sin teléfono celular en el 85 y otro con el aparato comunicador en el 017. Y pudimos  también notar,  que al igual que aquella voz atrapada que decía: -"Estoy en el cuarto piso y tengo sed"-, hay muchas otras voces,   que  están atrapadas en una tragedia voluntaria que es la desinformación, la apatía  y la sed del conocimiento no  adquirido,  que resulta otro terremoto  pero social, que también hace  cimbrar a nuestro país.