México es tan grande
como su ingobernabilidad actual que es producto de una invasión de intereses extranjeros , la corrupción de
su gobierno y su abandono educacional. México
ya ha tenido en su historia, reducciones fronterizas tanto en el norte con el despojo estadounidense como en el sur
con la independencia de Guatemala. En las elecciones del 2006, el país se
dividió políticamente en dos, entre los que votaron por Felipe Calderón y los que lo hicieron por
López Obrador en lo que fue un empate técnico que se adjudicó Calderón mediante
el fraude. De igual forma que ocurrió con la división política, ocurre con la
división económica. Mientras el Norte de
México presenta cierto progreso tecnológico mediante la industrialización estadounidense y de
otros continentes, por el otro lado la parte sureña, malbarata aún más, su mano
de obra y sus recursos naturales y sirve de abasto para el privilegiado pero desordenado centro
del país. La pobreza del sur de nuestro país permite la tentación de ideas
neorevolucionarias y guerrillas que
nacen en Centroamérica -que anterior era
controlada por Cuba, que tenía un acuerdo con México, de no
entrenar militarmente a quien fuera mexicano- y que ahora pueden explotar en nuestro
territorio sino es que ya explotaron disfrazadas de crimen organizado. La lucha por la sobrevivencia
en el sur y la invasión comercial extranjera en el norte; dividen a México
en varios Méxicos, tanto en economías
como en culturas y sin una conexión con beneficios mutuos de mayor efectividad por la ineficiente
administración pública que tiene la
federación. El norte por su cuenta y el
sur por su propio lado se quitarían cargas mutuas solamente en apariencia, pero en
realidad, debilitaría a la gran nación. Esa
debilidad catastrófica que se produce por la división de un país, es la misma que quiere impedir España y la Unión Europea con la mal llamada “Descolonización”de
Cataluña. Es claro que al mercado imperial estadounidense le conviene la desunión pero no el
descontrol del sur de México, ni cumplir
el sueño de independencia de algunos mal intencionados pensadores Yucatecos. Pero
también es claro, que a México tampoco le conviene esa división que debe evitar con la solución de las desigualdades tan marcadas entre su
norte y su sur, que no está exento de sufrir divisiones como la que desea Cataluña o la que se han provocado y sufrido por otros
países europeos en la historia universal reciente.