La noticia de la victoria de Andrés Manuel López Obrador para ocupar la Presidencia de México, corrió como pólvora por todo el mundo, no solamente por haber derrotado al gobierno con prepotencia y corrupción priísta, ya que eso se había anunciado en la victoria panista de Vicente Fox en el 2000; sino porque ahora la victoria lopezobradorista no implica únicamente la expulsión del PRI de Los Pinos, sino la llegada de la verdadera izquierda mexicana que trató de ser obstaculizada por partidos neoliberalistas e izquierdas disfrazadas. El candidato que fue objeto de dos fraudes electorales y solamente hace un par de años, fundador de MORENA; ahora es el elegido para colgarse la banda presidencial con un porcentaje de aprobación, entre 53.0 y 53.8, en una elección arrolladora, ni siquiera semejante al once por ciento de diferencia con que ganó Vicente Fox la alternancia que resultó una decepción. Los ciudadanos mexicanos pidieron en las urnas, la urgencia de un cambio y Andrés Manuel López Obrador fue su garantía; situación que no pudo ser contenida por la esfera de privilegios en el ámbito empresarial mexicano, ni con los alcances necesarios para pedir apoyo de las fuerzas extranjeras para culminar un tercer fraude electoral. Andrés Manuel López Obrador llega con credibilidad para escribir una hoja en blanco que debe comenzar a salpicar tinta de recuperación moral que es tan importante como la recuperación económica, ante cientos de jóvenes que teniendo el ímpetu -que aveces corta los años-, mostraron no saber, lo que es la convicción moral, ya que algunos de ellos, unieron sus fuerzas para la compra del voto, el apoyo a la trampa electoral y fueron presas fáciles para tener en mente, de que el apoderamiento económico es más importante que la solidez moral. Sin embargo son más los jóvenes y los mexicanos que pueden alzar la frente ante esta victoria democrática sobre aquellos otros que por miedo o ignorancia NO rompieron el esquema de pueblo corrupto-gobierno corrupto y que hoy amanecen con un gobierno de oportunidades -aún no manchadas-, frente a una sector de algunos electores corrompidos. Las oportunidades de un cambio pacífico se abren para México como pocas veces lo ha relatado la historia universal. Hoy pueblo y Gobierno están unidos nuevamente como cuando se logró la independencia ante la corona española, para ahora poder concretar la segunda autonomía, que ahora debe consistir en la división del sometimiento empresarial monopolizado por la inversión empresarial honesta y no voraz. Ahora deben estructurarse modelos económicos y políticos del país, recuperarse el prestigio internacional y recuperar la voz de los artistas, que son pieza intelectual en cualquier revolución, y que se han mostrado temerosos, callados y manipulados por una expresión sintética que no se compromete a la profundidad ni al riesgo político. El reto de la unidad está cumplido, ahora lo más difícil será, alcanzar el reto de conservar y vigilar un buen gobierno mediante un buen pueblo y romper el esquema de la flojera participativa que nos lleva a delegar en una figura mesiánica, cuando cualquier gobernante por muy afanado que esté a las buenas intenciones y a la patología de hacer historia como héroe nacional , no deja de ser humano y por lo tanto, a veces débil y errático. Y es ahí, en donde deben aparecer los gobernados y la fortaleza retroalimentaria del obedecer, pero ordenando.