martes, 5 de enero de 2016

YA LO DIJO EL SANTO PAPA...













El estado que guarda nuestro país en su economía, injusticia social y orden jurídico se refleja en su violencia, en la cada vez menor amabilidad del mexicano en sus calles y en los asesinatos principalmente de periodistas y presidentes municipales que ya suman a cien. La gula de poder por parte de los gobernantes y de dinero por parte del crimen organizado, han puesto de rehén a nuestro país, aprovechando la ignorancia de un pueblo que todavía es capaz de tener un voto duro por el PRI o votar por vividores del ego de la política como Cuauhtémoc Blanco o hacer de un líder de la delincuencia un héroe cuya historia pueda llegar a la pantalla de televisión en una serie donde se eleva la calidad moral de los pistoleros y las prostitutas. La ingobernabilidad que guarda el país, es consecuencia de que puntos que antes eran controlables por un gobierno descentralizado ahora se quiera federalizar contra la doctrina Frayservantina, por lo que la seguridad pública ha pasado a manos del ejército quien tampoco ha respondido y ahora en un nuevo intento de organizar un mando único oficial. Sin embargo federalizar un problema no es parte de la solución sino únicamente intercambio de mafiosos, como lo podemos notar al haber dado competencia federal a ciertas Juntas de Conciliación y Arbitraje y otros órganos jurisdiccionales y educativos. La creación de programas y cuerpos policíacos sirven para comenzar reacomodos y luchas de poder, tal y como ocurrió en la guerra contra el narcotráfico por parte de Felipe Calderón que al desmantelar organizaciones delincuenciales surgieron otras como lo son Los Rojos y los Guerreros Unidos que tanto han azotado al Estado de Morelos. Sólo existen dos maneras de evitar que un país sea violento y son la educación y la igualdad social. Mientras que en nuestro país no se asuma la prioridad de éstos dos elementos, las declaraciones del Papa Francisco en el sentido de que México es un país violento que no debe copiar Argentina, son vigentes, reales y de mal gusto.