sábado, 30 de enero de 2016

LISTOS PARA EMPAPARNOS



















Las suplicas del gobierno mexicano han sido atendidas y todo está listo para que el Papa Francisco se digne en visitar nuestro país, en una visita que se espera tan espectacular como la primera vez que un Papa pisó tierras aztecas, en el caso de Juan Pablo II, aunque violando nuestra constitución al realizar ceremonias religiosas en calles y escuelas cuando la carta magna no lo permitía. Y es que resulta difícil distinguir entre Jorge Mario Bergoglio, como Jefe de Estado del Vaticano cuya Entidad política y geográfica ha servido en múltiples ocasiones como árbitro internacional en conflictos entre México y otros países, en donde rara vez se nos ha concedido la razón y el Papa Francisco líder de la Iglesia Católica que prohíbe el uso del condón atentando a la salud pública o señala que Argentina, su tierra natal, no debe mexicanizarse. La visita papal se ha convertido en un trámite indispensable para los sexenios presidenciales, al grado que no dudan en romper cualquier compostura y hasta besarle el anillo papal. La visita del Papa Francisco a México en nada arreglará la situación social ni política del país, ni detendrá la devaluación histórica de nuestro peso, pero sí traerá un voto de confianza para el gobierno mexicano, una percepción internacional de que no somos un país violento pero sobre todo fe y esperanza para un pueblo ignorante y con una ideología política que se entorna en aceptar como obsequio una torta de jamón en una marcha y el regalo de un televisor digital toda vez que su pensamiento filosófico está basado en la televisión. El Papa Francisco se encontrará con un pueblo manipulado y manipuable, pero siempre fiel.