Casi me conmueve la actitud gentilmente desgarradora del señor presidente Enrique Peña Nieto ante
los damnificados de los terremotos ocurridos en México, pero también dudaba si
todo era producto de un montaje y si en
la residencia Oficial de Los Pinos, habitan más de un virtuoso de la actuación.
Cómo podía confiar en el mandatario amoroso
quien se colgó la banda
presidencial de una manera dudosa, mientras que por otro lado, también delega acciones estratégicas
de la tragedia, a elementos de
temerosa reputación como Ruíz Esparza y Rosario Robles, -cuyos apellidos se escriben con "R" mayúscula
que tiene mayor grado que la "r" minúscula con que se escribe la palabra rata-. Los
terremotos del mes de septiembre al
igual que los ocurridos en 1985, no solamente han exhibido la incapacidad del
gobierno ante una emergencia cuya ineptitud es idéntica a la que cuando no ocurre un siniestro; sino
que ante la movilización y auxilio de
la sociedad por si misma, es por lo que
se recuerda y se demuestra de manera evidente,
como surge y se autocompone la figura del Estado cuyo orden jurídico nace y se organiza por la población como una necesidad de agrupación organizada y protectora y que otorga
facultades de mando a unos de sus miembros para dirigir sus objetivos y hacerlos Gobierno y con este componente, el
surgimiento de las Instituciones. "La organización del Estado que nace
dentro de un Estado", advierte la debilidad de el sustituido ante el
duplicado y hace que sus composiciones humanas, en este caso, población y
gobierno, se desmoronen en sus elementos
de agrupación con su orden jurídico, lo
que es el resultante de un Estado fallido
como lo es el Estado mexicano. La carencia de una herramienta con la cual la población pueda exigirle a su
gobierno sin limitarse al simple reclamo y sin la solidez cultural, social,
educativa y política de ambos elementos, es decir , Población y
Estado; dan como resultado la mala interpretación de la Patria y la necesidad de desaparecer su disfuncionalidad, lo que significa volver a configurar los elementos del Estado,
empezando por el urgente cambio de Gobierno (que no es lo mismo que de
gobernantes) y la concientización de la
población -que ésto, solamente lo puede alcanzar la sabiduría- para así
obtener, el cambio de pensamiento
establecido y obtener el reordenamiento del funcionamiento original del Estado.
La no demanda de auxilio al gobierno por
parte de la población al obtener sus propios recursos y soluciones y la demanda de los ciudadanos por eliminar
el presupuesto para los Partidos Políticos en su totalidad, como reconocimiento a su inutilidad; nos
confrontan con la realidad de nuestro
país, en donde es urgente la conciencia y preparación social y la no tolerancia ni disimulo, de nuestro actual ejercicio de
gobierno que debe ser cambiado de manera pacífica, pero con la mayor prontitud
que exige el caso, ante este caos social y político.