Radical fue la diferencia entre asistentes en el comporativo de los festejos del orgullo Gay y el triunfo de la selección mexicana de futbol y el cierre de campaña, al día siguiente, de Ricardo Anaya y Alejandra Barrales en el Angel de la Independencia. Pese a que el monumento se encontraba comprometido por los festejos naturales, la CDMX no tuvo empacho de proporcionarles el espacio a Barrales y a Anaya, lo que no hicieron con Morena en el Zócalo con el pretexto de la colocación de pantallas gigantes en donde se transmiten los partidos del Mundial de Rusia. Acompañados nada más de sus bases y sin la presencia de espontáneos a la causa, Barrales y Anaya bajos en las encuestas tanto para la jefatura de la CDMX como para la presidencia de la República, se alzaron las manos como triunfadores, junto con la visita incómoda de Miguel Angel Mancera a quien tuvieron que invitar, como no lo hicieron en otros actos, ya que su ausencia iba a ser obvia, pero cuya presencia no es de mucho agrado, por su impopularidad, por lo que más que ayuda, resulta estorbo, y exhibe lo que podría ser el gobierno de Barrales en caso de ganar las elecciones capitalinas.