La Ciudad de México se marcó como punto clave de la visita del Papa Francisco al país, al grado de que todos sus eventos en México, parten desde la capital de la República, convirtiéndose Jorge Mario Bergoglio en el segundo Papa que le brinda una gran relevancia en su mapa a esta Ciudad, a diferencia de Benedicto XVI quien ni siquiera se asomó al entonces Distrito Federal, debido a las reformas modernistas aprobadas por la Asamblea Capitalina. De manera contraria el Papa Francisco escogió la Ciudad de México para hospedarse sin importar que tuviera que ir y venir del centro de la capital a Ecatepec o a Tuxtla Gutiérrez y San Cristóbal de las Casas en Chiapas o ya sea a Morelia, Michoacán o hacía Ciudad Juárez. Por lo que la entrega al Pontífice de las Llaves de la Ciudad de México por parte de el Jefe de Gobierno en pleno Zócalo capitalino y no en los interiores del edificio de gobierno se esperaba espectacular y se anticipaba que la presencia del Papa en el Zócalo rompería las marcas de asistencia que se tienen registradas en la plancha central, cuyos mayores llenos en la historia, pertenecen a la convocatoria realizada por Andrés Manuel López Obrador en protesta a su proceso de desafuero y el lleno logrado por Shakira en el 2007 con 270 mil asistentes por arriba de Paul McCartney y Justin Bieber con 200 mil espectadores. Sin embargo lejos de que el Papa Francisco rompiera estos récord de asistencia, la entrega de las llaves de la Ciudad a la investidura papal se desarrolló en el marco de un Zócalo con enormes huecos debido a los malos preparativos del gobierno de Miguel Angel Mancera, ya que en principio era buena la idea de no utilizar boletaje como en la mayoría de los eventos en que se va a presentar el Papa visitante y dejar así una enorme entrada libre, pero el resultado fue fatal por la pésima organización que refleja lo que es la administración de Mancera en todas y cada una de sus cosas y determinaciones de gobierno y que para este caso, no se programó la entrega de las llaves de la Ciudad después de el encuentro del Papa en Catedral y por otro lado, se confiaron a la asistencia de empleados de gobierno que los invitaron para su asistencia gustosa y a otros que los condicionaron a asistir. Así como también fue producto de este fracaso, la nula difusión a los capitalinos de que la cita sería a las diez de la mañana e invitarlos insistentemente a la ceremonia protocolaria. La mala organización trajo como consecuencia que la visita papal más importante en la historia de nuestra capital junto con la visita de Juan Pablo II en 1979 se convirtiera en un acto mediocre y nada comparado con el realizado el día de hoy por el Gobierno del Estado de México quien apenas a las nueve de la mañana ya registraba una asistencia de más de dos y medio millones de personas en Ecatepec. Por lo que Mancera se une al ridículo del Estado de Michoacán quien regaló playeras y publicidad del evento papal que se celebrará en Morelia este 16 de febrero en donde aparece en los estampados, el Papa frente a la Catedral de Durango en vez de la Catedral de Morelia en un risible error.