miércoles, 17 de febrero de 2016

EL GRITO EN EL CIELO POR EL PAPA






















El transporte del Papa Francisco en su visita a México trajó problemas viales y de transporte terrestre, subterráneo y aéreo así como daños a terceros en auxilios de emergencia, actividades laborales y de comercio, situación injustificada cuando si bien es cierto se trataba de una visita de un Jefe de Estado, también es cierto, que sus actividades fueron señaladas por el mismo visitante de carácter religiosas y no de acuerdos o negociaciones con el gobierno mexicano. Sin embargo, nadie puso el grito en el cielo de todo este caos. Ni la inútil Cámara de Comercio ni las autoridades, funcionarios o representantes populares de la Ciudad de México, del gobierno Federal o de los Estados en los cuales pasó el Pontífice con su PAPAMOVIL, por el contrario vieron con agrado el que se partieran las calles y los servicios en los trayectos papales. Esta situación contrasta, con las manifestaciones que cierran calles y ya ni se diga con el famoso plantón de Andrés Manuel López Obrador en protesta del visible fraude de las elecciones presidenciales por parte de Felipe Calderón, en donde todos alzaban la voz y que hasta nuestros días siguen reprochando los supuestos 280 millones de dolares que se perdieron en el país equivalentes a 15 días del cierre de Reforma y el Zócalo así como 809 empleados dados de baja en el IMSS provocando el desempleo por falta de recursos, sin contar otros mayores daños a todo el país, cuando el plantón obradorista, únicamente fue en la capital del país y no yuvo réplica en otros Estados, por el contrario, de otros Estados venían al país para concentrar la protesta. El caso es, que entre plantones, las visitas papales que ya se han hecho costumbres sexenales y la violación a los derechos de los ciudadanos desde el once de diciembre de cada año con los festejos a la Virgen de Guadalupe, resulta que las autoridades y las asociaciones civiles oportunistas, nada hacen por defender las vialidades y el transporte de los ciudadanos, con la diferencia, de que cuando les conviene a sus intereses políticos, hacen uso de las campañas mediáticas y cuando no les conviene, todo es fiesta y felicidad.