sábado, 17 de septiembre de 2016

PEÑA NIETO LLENA EL ZOCALO DE ACARREADOS










Mientras por un lado, el día del cuarto grito de Independencia del presidente peña Nieto, se bañó con una manifestación pidiéndo su  renuncia, por otro lado, desde las 10 de la mañana aparecieron  retenes de seguridad filtraron la entrada de ciudadanos a la plancha del zócalo capitalino.Una maraña de vallas metálicas colocadas en zigzag, detectores de metales, y numerosos elementos de la Policía Federal que revisaban a conciencia mochilas, pantalones y chamarras, hicieron que los accesos al Zócalo por las calles Tacuba, Madero, 5 de Mayo, 16 de Septiembre y 20 de Noviembre, se asemejaran mucho a los estrictos controles de seguridad del Aeropuerto de la Ciudad de México.Incluso, elementos de seguridad custodiaban la entrada a los hoteles y restaurantes próximos a la plancha, en los que también había detectores de metales y revisiones para los huéspedes y comensales.Además, desde primera hora de la mañana se suspendió el servicio de cafetería y restaurante en las azoteas por orden de las autoridades federales. De hecho, todas las azoteas que rodean el Zócalo y el Palacio Nacional estaban vigiladas por la policía.En el Zócalo, que como novedad este año estuvo ocupado en un 25% por un enorme escenario ubicado junto al asta bandera, y frente al balcón donde Peña Nieto dio el Grito, también estuvo custodiado por numerosos agentes de la Policía Federal y del Estado Mayor.Para evitar aglomeraciones frente al balcón presidencial, la superficie de la plancha se dividió en varias secciones, las cuales estuvieron separadas por vallas metálicas y vigiladas por cientos de agentes capitalinos, que también participaron en las labores de custodia.En estas secciones sólo podían ingresar las personas que portaban las pulseras de colores, que desde las 4 de la tarde comenzaron a llenar esos espacios.La vigilancia policiaca no solo se concentró en el zócalo y en las calles aledañas. Desde el Paseo de la Reforma, pasando por la Alameda y por el Palacio de Bellas Artes, granaderos de la Ciudad de México desfilaron equipados con casos y escudos, para apostarse en lugares estratégicos del centro histórico. Por otra parte la panorámica para la televisión era perfecta, al mostrarnos un zócalo repleto como quizá nunca antes.